A cada gran época en el desarrollo de las fuerzas productivas corresponde un régimen social definido. Hasta ahora cada régimen social ha asegurado enormes ventajas a la clase dominante.
De lo dicho resulta evidente que los regímenes sociales no son eternos. Nacen históricamente y se convierten en obstáculos al progreso ulterior. "Todo lo que nace es digno de perecer".
Pero nunca una clase dominante ha abdicado voluntaria y pacíficamente su poder. En las cuestiones de vida y muerte los argumentos fundados en la razón nunca han reemplazado a los argumentos de la fuerza. Esto es triste decirlo; pero es así. No hemos sido nosotros los que hemos hecho este mundo. Sólo podemos tomarlo tal cual es...
Fragmento del último discurso público de León Trotsky, el 27 de noviembre de 1932, en la ciudad de Copenhague con motivo del quince aniversario de la revolución rusa.