jueves, 11 de junio de 2009

Situación que pre-ocupa, pero nadie se ocupa...




"¿Qué le pasa a una sociedad y un Estado que naturaliza como parte de su paisaje cotidiano que miles de chicos, adultos e incluso ancianos vivan y mueran en las calles de Argentina?"

Pobreza, indigencia, alimentación y salud.
Los indicadores sociales son más que evidentes al mostrar cómo la persistente situación de pobreza que sufre buena parte de la población del país afecta primordialmente a niños y jóvenes condicionando su desarrollo individual y hasta el desafío de construir efectivamente una sociedad más democrática e igualitaria.
En Argentina viven 13 millones de chicos menores de 18 años. De ellos, el 56,4%, o sea casi 7 millones y medio de niños son pobres y esto equivale a dos veces y media la población de toda la Ciudad de Buenos Aires. Del total de niños, el 23, 6% (3.065.000) ya casi no tienen posibilidades de comer puesto que son indigentes. Así, los más de 3 millones de niños y niñas indigentes equivalen a toda la población de las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones.
La pobreza, la falta de alimento y condiciones de vida saludables adquiere mayor significación cuando relacionamos el padecimiento de daños irreparables y/o la muerte con la situación de pobreza de los niños y niñas de nuestro país. El 50% de las muertes de niños y niñas de menores a un año son posibles de evitarse mediante diagnósticos y/o tratamientos oportunos durante el embarazo, el parto y en el recién nacido. Si bien la tasa de mortalidad infantil se redujo de 16,8 por mil en 2002 a 12,9 por mil en 2009, la mayoría de estas muertes son evitables si se combaten las principales causas -enfermedades respiratorias y el bajo peso-, que están íntimamente vinculadas con condiciones socioeconómicas y con déficit en la salud de la madre y del niño.
Asimismo, decenas de niños –menores de 5 años- se mueren por día o son afectados para siempre física, intelectual y emocionalmente por falta de alimentación, cuidados sanitarios y atención. Esta situación se hace más preocupante frente a la disparidad regional existente respecto del derecho a la vida: el riesgo de muerte para un niño en el primer año de vida es tres veces mayor en algunas provincias del NEA y NOA que en la Ciudad de Buenos Aires.
Por otra parte, las deficiencias en la alimentación de las madres y de los niños repercuten en la nutrición de estos. La anemia afecta a 1 de cada dos chicos pequeños vulnerando su salud y su capacidad de aprendizaje. La desnutrición por falta de alimentos como también la obesidad por dietas con exceso de carbohidratos afecta mayormente a los niños de la región NEA y NOA y del Área Metropolitana que a los chicos de la región Centro y Patagónica.

Los chicos y el trabajo infantil.
El trabajo infantil atenta especialmente contra los derechos a la educación -ya que produce bajo rendimiento educativo, repitencia y deserción escolar; contra el derecho a la salud -ya que ocasiona lesiones en la piel, en el sistema respiratorio y en el sistema óseo con efectos en el corto y mediano plazo y provoca enfermedades crónicas; y contra el derecho al juego y la recreación. Los niños que trabajan generalmente no reciben una adecuada instrucción, por lo tanto, cuando llega a la edad adulta carecen de la preparación necesaria para acceder a aquellas ocupaciones calificadas que les permitirán modificar la situación de precariedad. De este modo, el trabajo infantil reproduce el círculo de la pobreza.
Pese a que no existen datos exactos sobre la cantidad de niños y niñas menores de 15 años se ven obligados a trabajar, según algunas estimaciones realizadas por distintas organizaciones estatales y de la sociedad civil, existirían en Argentina más de dos millones de chicos que trabajan en ámbitos urbanos y rurales.

Los niños en situación de calle.
Sólo en la Ciudad de Buenos Aires hay alrededor de 4 mil chicos en situación de calle y cerca del 90 % de ellos viene del conurbano bonaerense. Panoramas similares podemos encontrar en las demás ciudades el resto del país. Los niños en situación de calle son un reflejo de la realidad económica, política y social: seis de cada diez chicos de la calle provienen de hogares pobres.
Los niños que se encuentran en situación de calle ven vulnerados los derechos básicos contemplados en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, a la vez que se encuentran expuestos a la violencia de sus pares, de adultos y de todo el sistema que los discrimina por ser pobres y estar en la calle. Asimismo, son vistos por la sociedad como “potenciales delincuentes”, y muchos de ellos terminan institucionalizados por un Estado.


FUENTE: http://www.periodismosocial.org.ar/quienes.cfm?hd=2



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